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Contenido

Prólogo & Introducción

Capítulo 1 Hechos & Prejuicios

Capítulo 2 Variacion y selección natural frente a la evolucion

Capítulo 3 Faltan los eslabones

Capítulo 4 ¿Evolucionaron las aves?

Capítulo 5 ¿Evolucionaron las ballenas?

Capítulo 6 Humanos: ¿Imágenes de Dios o monos desarrollados?

Capítulo 7 Astronomía

Capítulo 8 La Edad de la Tierra

Capítulo 9 ¿Es legítima la explicación del diseño?

Capítulo 10 Conclusión


Refutando la Evolución

Un manual para estudiantes, padres y profesores que responde a los últimos argumentos en favor de la evolución

por Jonathan Sarfati, Ph.D., F.M.

Capítulo 8: La Edad de la Tierra

Para que la humanidad haya evolucionado a partir de las partículas sería necesario que la Tierra tuviera miles de millones de años. Por lo tanto el libro Enseñando la Evolución presenta lo que dice que son evidencias de largas edades. Esto se ilustra gráficamente en una tabla en las páginas 36–37; la existencia del hombre ocupa un segmento tan pequeño al final de una línea de 5.000 millones de años que es necesario ampliarla dos veces para que pueda observarse.

Por otra parte, si basamos nuestras ideas en la Biblia, llegamos a una imagen muy diferente. La Biblia dice que el hombre fue hecho en el sexto día de la creación, hace unos 6.000 años. Así que si construyéramos una línea de tiempo a partir de los datos bíblicos el hombre aparecería casi al principio, no al final. Si usáramos la misma escala de tiempo que usa el libro Enseñando la Evolución para representar la historia bíblica de la Tierra, el hombre aparecería una milésima de milímetro después del principio! Los cristianos, por definición, consideran seriamente las declaraciones de Jesucristo. Jesús dijo: pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios (Marcos 10:6) lo cual tiene sentido a la luz una línea del tiempo basada en la Biblia, pero contradice totalmente la línea que enseña el libro Enseñado la Evolución.

En este capítulo se analiza la formación de las rocas y los métodos de datación a la luz de las predicciones de estos dos modelos contrapuestos.

Las rocas

Normalmente para probar la inmensa edad de la Tierra se hace referencia a los grandes espesores observados en las rocas sedimentarias halladas en todo el mundo En primer lugar, Enseñado la Evolución da una definición muy útil en la página 33:

Las rocas sedimentarias se forman cuando los materiales sólidos transportados por el viento y el agua se acumulan en capas y luego se comprimen con otros depósitos sobrepuestos. Las rocas sedimentarias a veces contienen fósiles formados a partir de partes de organismos que han sido depositados junto con otros materiales sólidos.

El punto de partida para el adoctrinamiento que nos llevará a la noción de “grandes edades” lo constituye la declaración “a menudo alcanzan a espesores grandes durante largos períodos de tiempo.” Sin embargo, esto es ir más allá de la evidencia. Estos grandes espesores podrían ser perfectamente producidos por un poco de agua durante largos períodos, o por una gran cantidad de agua durante períodos cortos. Ya hemos hablado de cómo distintos prejuicios pueden dar lugar a diferentes interpretaciones de los mismos datos, en este caso de las capas rocosas. Preferir la primera interpretación constituye una decisión filosófica, no científica. Dado que hoy en día los procesos de sedimentación suelen ocurrir lentamente, se suele dar como cierto que siempre ha sido así. Si es así, entonces las capas rocosas se han formado a lo largo de largas edades. El Uniformismo es una filosofía que da como cierto que los procesos siempre han ocurrido a velocidad constante (“el presente es la clave del pasado”).

El uniformismo se definía así en mi propia clase de geología de la Universidad en 1983, y se contrastaba con el catastrofismo. Pero más recientemente, la palabra uniformismo se ha usado en otros contextos para referirse a la constancia de las leyes naturales, algunas veces llamado también “el uniformismo metodológico”, en contraposición a lo que algunos han llamado “uniformismo sustantivo”.

También hay que señalar que los geólogos uniformistas desde hace mucho tiempo consideran plausible un suceso catastrófico ocasional (es decir localizado). De todas formas la geología histórica moderna surgió de este principio general de lentitud y gradualismo que sigue siendo el marco predominantemente para explicar cualquier formación geológica. A pesar de ello las evidencias de formaciones catastróficas están tan extendidas que existe ya un creciente cuerpo de neo-catastrofistas. Pero debido a sus prejuicios naturalistas, prefieren, por supuesto, rechazar la explicación de la inundación (global) del Génesis (2 Pedro 3:3–7).

Sin embargo, una inundación global dejaría testimonios fósiles y erosionaría inmensas cantidades de sedimentos depositándolos luego en un lugar diferente. Muchos organismos habrían sido enterrados con gran rapidez y fosilizados.

Además, varias catástrofes recientes demuestran que los eventos violentos como el diluvio /inundación descrito en el Génesis podría formar capas rocosas muy rápidamente. La erupción del monte Santa Elena en el estado de Washington produjo en menos de un día una serie de finas capas sedimentarias de un espesor de 7,6 metros (25 pies)1 Y se ha observado cómo una mezcla de arena bombeada rápidamente depositó aproximadamente 1 metro (3 ó 4 pies) de finas capas en una playa en un área del tamaño de un campo de fútbol.2 Los experimentos de sedimentación realizados por el creacionista Guy Berthault, a veces trabajando junto a no-creacionistas, han demostrado que se pueden formar capas finas mediante un mecanismo de auto-selección en el proceso de asentamiento de partículas de diferentes tamaños.3

En uno de los experimentos de Berthault, se desmenuzaron finas capas de arenisca y rocas de diatomita hasta obtener sus partículas constituyentes, a continuación se las dejó reposar bajo la acción de una corriente de agua a distintas velocidades. Así se constató que se producía el mismo espesor de capa cualquiera que fuese la velocidad de flujo. Esto sugiere que la roca original fue producida por un mecanismo autoclasificador similar, seguido por una cimentación de las partículas.4 La revista Nature informó de experimentos similares llevados a cabo por evolucionistas una década después de los primeros experimentos de Berthault.5

Por lo tanto, si partimos del supuesto que la Biblia es la Palabra de Dios y por lo tanto cierta, podemos derivar interpretaciones razonables de los datos. No es que se hayan resulto todos los problemas pero sí muchos de ellos.

Por el contrario, ¿cómo evaluar la explicación basada en procesos “lentos y graduales”? Pensemos en cuánto tiempo permanece inalterado un animal muerto. Los carroñeros y el proceso de descomposición normalmente eliminan todos los restos en unas pocas semanas. Las medusas muertas normalmente se desvanecen en un periodo de pocos días. Sin embargo, el libro Enseñado la Evolución presenta una foto de una medusa fósil en la página 36. Está claro que no podría haber sido enterrada lentamente, sino que debe haber sido enterrada rápidamente por sedimentos arrastrados por el agua. Ese agua debe haber contenido minerales en disolución que produjeron que los sedimentos se cimentaran y por tanto se endurecieran rápidamente.

El libro Piedras y Huesos6 muestra otros fósiles que necesariamente deben haberse formado con rapidez. Uno de ellos es un ictiosauro (un reptil marino extinto con forma de pez) fosilizado en el momento del parto. Otro es un pez fosilizado en el momento de su almuerzo. También se puede observar un tronco vertical que penetra varios estratos rocosos (fósil polistrático). Si los estratos sedimentarios superiores tardaron millones o incluso cientos de años en formarse, entonces la parte superior del tronco del árbol se habría podrido.

Es irónico que, los científicos de la NASA acepten que ha habido “inundaciones catastróficas” en Marte7 capaces de excavar cañones8, usando la expresión “época noaica” a pesar de que no hay agua líquida presente hoy en día, y al mismo tiempo niegan que una inundación global tuviera lugar en la tierra, donde hay agua suficiente para cubrir todo el planeta hasta una profundidad de 2,7 kilómetros (1,7 millas) si fuera completamente uniforme, y que incluso en su disposición actual cubre el 71% de la superficie de la Tierra! Los científicos de la NASA seguramente no tendrían ningún problema en aceptar una inundación global de la Tierra sino fuera porque la Biblia habla de ella. Esto muestra una vez más cómo los prejuicios de los científicos afectan a su interpretación de la evidencia.

La datación radiométrica

Ya hemos visto que, la evidencia de los registros geológicos es coherente con el catastrofismo, y que existen muchas características que son difíciles de explicar aludiendo a procesos lentos y graduales. A pesar de todo, los evolucionistas aluden a los métodos de datación que supuestamente apoyan la existencia de largas edades. Los métodos más conocidos son los de datación radiométrica. Así los describe el libro Enseñando la Evolución en la página 35:

Algunos elementos, como el uranio, mediante la desintegración radiactiva producen otros elementos. Midiendo las cantidades de elementos radiactivos y la cantidad de elementos producidos por radiación que se hallan presenes en una roca, los geólogos pueden determinar cuánto tiempo ha transcurrido desde que la roca se enfrió desde su estado de magma inicial.

Pero esta estimación de “largas edades” es sólo una interpretación; los verdaderos datos científicos son simples ratios químicos. Cada elemento químico tiene normalmente varias formas o isótopos, los cuales poseen distintas masas. Estos ratios pueden interpretarse diferentemente según las presuposiciones de las que partamos.

Esta idea puede ilustrarse mediante un reloj de arena. Al colocarlo en posición invertida, la arena fluye del compartimento superior al inferior y podemos medir su ritmo de caída. Si observamos un reloj de arena podemos, a partir de las cantidades de arena en sus depósitos y de su velocidad de caída, determinar el tiempo transcurrido desde que se colocó en la posición inicial. ¿Es esto cierto? Para ello tendríamos que asumir tres cosas:

    stockxchnghour glass

    Un reloj de arena indica el tiempo transcurrido al comparar la cantidad de arena del depósito superior (Padre) con la del depósito inferior (Hijo)

  1. Que conocemos a ciencia cierta la cantidad de arena inicial de cada uno de los depósitos. Normalmente damos la vuelta al reloj de arena cuando el depósito superior está completamente vacío. Pero si no fuera así la arena necesitaría un tiempo menor para caer hacia abajo. De la misma forma, usando los métodos de datación radiométrica debemos suponer que conocemos las cantidades iniciales de los elementos padre e hijo.
  2. Que el ritmo de caída se ha mantenido constante. Por ejemplo si la arena hubiera caído recientemente, caería a un ritmo más lento que en el pasado. Si el ritmo hubiera sido mayor en el pasado, la arena habría tardado menos tiempo en alcanzar un determinado nivel del que hubiera tardado si su ritmo hubiera sido constante. La datación radiométrica necesita dar por cierto que el ritmo de transformación ha permanecido siempre constante.
  3. Que el sistema ha permanecido siempre cerrado. Es decir que no se ha sustraído ni se ha añadido arena a ninguno de los dos depósitos. Supongamos que, sin nuestro conocimiento, de alguna forma, se ha añadido arena al depósito inferior o se ha sustraído arena del depósito superior. En este caso, al calcular el tiempo transcurrido desde que se dio la vuelta al reloj, midiendo la cantidad de arena de sus depósitos, obtendríamos una cifra mayor que la real. La datación radiométrica debe suponer que ningún elemento padre o hijo ha entrado o salido del sistema.

El libro Enseñando la Evolución trata así de la presuposición número 2:

Por ejemplo, se requiere que el ritmo de la actividad radioactiva sea constante en el tiempo y no se vea modificado por factores como la temperatura y la presión, lo cual se concluye a partir de amplias investigaciones científicas.

Pero tan sólo hemos observado el ritmo de la actividad radioactiva durante 100 años y no podemos estar seguros de que halla permanecido inalterado durante miles de millones de años.

Las recientes investigaciones en laboratorio han demostrado que la radiación beta aumenta mil millones de veces al separar los electrones de sus átomos.9

Los físicos nucleares Dra. Eugene Chaffin y Dr. Russell Humphreys proponen que la actividad radioactiva se aceleró grandemente durante la semana de la creación y posiblemente durante el año que duró la inundación causada por el diluvio. Apoyan tal afirmación a nivel teórico mediante la mecánica cuántica y el efecto de expansión del universo, a nivel evidencial, por la cantidad de helio que todavía retienen los minerales en la actualidad, y por la existencia de radiohalos de uranio maduros los cuales están ausentes en los estratos “fanerozoicos”.10

El libro Enseñando la Evolución también se refiere a la presuposición número 3:

También se presupone que las rocas analizadas no han sufrido ninguna alteración en el pasado debida a la migración de átomos ya sea saliendo o entrando en la roca para lo cual es necesaria una detallada información geológica y química.

Ésta es una enorme presuposición. Andrew Snelling, doctor en Geología, ha demostrado que prácticamente todos los ratios padre/hijo usados en “dataciones” radiométricas pueden alterarse debido a varios procesos geológicos entre ellos filtraciones de aguas hidrotermales o subterráneas, difusión a través de minerales, y metamorfosis. El uranio es particularmente sensible a las filtraciones, los átomos de plomo se difuminan fácilmente y el gas argón es muy volátil.11

Asimismo la presuposición número 1 también es altamente dudosa. El Dr. Snelling ha demostrado que la composición de una roca ígnea frecuentemente depende del depósito del manto del cual provino el magma. De hecho la relación isotópica se usa frecuentemente para identificar el depósito de proveniencia.11

Según la cronología bíblica, la causa de la relación isotópica no puede ser largos periodos de tiempo, en la siguiente sección, titulada “anomalías”, se presentarán evidencias. De todas formas no estamos seguros de las verdaderas causas en todos y cada uno de los casos. Pero hay un equipo de científicos creacionistas doctorados en geología que están trabajando en este tema y que ya han publicado un libro que incluye todos los detalles técnicos de sus conclusiones preliminares.10

Su objetivo es encontrar las causas geoquímicas y/o geofísicas precisas de la relación isotópica y en su trabajo tratan de los tres presupuestos anteriores. John Woodmorappe también ha publicado un libro bien documentado demostrando muchas de las falacias de la “datación” radiométrica.12 Ambos trabajos tratan también de los métodos isocrónicos.

Anomalías

Hay muchos ejemplos de métodos de datación que dan “fechas” equivocadas para rocas de edad histórica conocida.

Un ejemplo son las rocas provenientes de cúpulas de lava dacita del volcán del Monte Santa Elena. Aunque sabemos que la roca se formó en 1986, usando el método de datación Potasio-Argón (K-Ar) se obtiene 0,35 ± 0,5 millones de años.13

Otro ejemplo es la datación mediante Potasio-Argón (K-Ar) de cinco flujos de lava adesita del monte Ngauruhoeen en Nueva Zelanda, las “fechas” varían de <0.27 a 3.5 millones de años, pero uno de los flujos ocurrió en 1949, tres en 1954, y uno en 1975 ! Lo que sucedió fue que el argón radiogénico exceso (40Ar*) en el magma (roca fundida) se mantuvo en la roca cuando ésta se solidificó.

La literatura científica presenta también muchos ejemplos de listas de exceso de 40Ar* causando ‘fechas’ de millones de años en las rocas de época histórica conocida. Este exceso parece haber llegado desde el manto superior, debajo de la corteza de la tierra.

Esto es coherente con un mundo joven; el argón ha tenido muy poco tiempo para escapar.14

Si el exceso de 40Ar* puede causar fechas exageradas en rocas de edad conocida, ¿por qué deberíamos confiar en el método de rocas de edad desconocida?

Otro problema son las fechas contradictorias obtenidas por diferentes métodos. Si dos métodos no están de acuerdo, entonces al menos uno de ellos debe estar equivocado.

Por ejemplo, en Australia, un trozo de madera fue sepultado por un flujo de lava basáltica, como puede observarse en la carbonización. El método de datación por radiocarbono (14C) arrojó una edad de unos 45.000 años, pero el basalto datado por el método K-Ar arrojó una edad de aproximadamente 45 millones años!15

También se ha encontrado madera fosilizada en las capas Superiores Permianas con restos de 14C. Si la madera fuera realmente más antigua que 50.000 años el 14C detectable se habría desintegrado hace tiempo, mucho más en los 240 millones de años que los evolucionistas suponen que tiene las capas Permianas Superiores.16

Evidencia de un mundo reciente

De hecho, muchos de los métodos que se han utilizado para calcular la edad de la tierra apuntan a una edad mucho menor que los millones de años estimados por los evolucionistas. Seguidamente presentamos unos ejemplos:

  • Se han encontrado glóbulos rojos, vasos sanguíneos, y hemoglobina en algunos huesos de dinosaurio (¡sin fosilizar!). Pero estos componentes sanguíneos no pudieron continuar existiendo después de unos cuantos miles de años. Es imposible que pudieran haber aguantado 65 millones de años, la “fecha” en la que se extinguieron los últimos dinosaurios.17
  • El campo magnético de la tierra se ha estado debilitando tan rápido que no permite que ésta tenga más de 10 mil años. Las inversiones rápidas durante el año del diluvio universal y las consiguientes fluctuaciones hicieron que la energía del campo magnético disminuyera todavía más rápido.18
  • En el proyecto RATE (del inglés, Radioisótopos y la Edad de la Tierra) se midió la cantidad de helio que hay en el zircones (cristales de ZrSiO4) que se encuentra dentro del granito.19 El resultado muestra dos cosas:

    1/ Según los ratios de caída actuales, tendrían que haber encontrado una cantidad de descomposición equivalente a 1.500 millones de años.

    2/ Todavía permanecen en el mineral grandes cantidades de Helio, hasta un 58%.
  • El helio está compuesto de átomos pequeños que son duros y escurridizos. Esta es la razón por la cual los globos de helio de desinflan rápidamente. Los experimentos de RATE más recientes (confirmados por datos publicados de otros laboratorios) muestran que el helio se difumina tan rápidamente del zircón, que tendría que haber desaparecido después de unos 100 mil años. De hecho, la velocidad de fuga del helio estima la edad (“millonaria”) de los zircones en 5680 ± 2000 años.
  • La supernova es la explosión de una estrella masiva. Esta explosión es tan fuerte que en poco tiempo eclipsa el resto de la galaxia. Según unas ecuaciones físicas, los restos de las supernovas (SNRs) deberían continuar expandiéndose por cientos de miles de años. Sin embargo, hay pocos restos moderadamente viejos (fase 2) en nuestra galaxia (Vía láctea) o en las galaxias satélites (nubes de Magallanes), y ningún rastro de antiguos SNRs que se hayan expandido considerablemente (fase 3). Esto es precisamente lo que veríamos si estas galaxias no hubieran existido lo suficiente para que el SNR se expandiera.20
  • La luna se aleja de la tierra a unos 4 cm por año; aunque el ritmo hubiera sido más alto en el pasado. Pero si la luna hubiera empezado a alejarse partiendo de la superficie de la Tierra, hubiera tardado solo 1.370 millones de años para alcanzar la distancia actual. Esto nos da la edad máxima posible de la luna, no la real. Pero, según la evolución, esta edad es demasiado joven. También es mucho más joven que las fechas radiométricas de las rocas lunares.21
  • La sal entra en el mar mucho más rápido de lo que sale. El mar no está lo suficientemente salado como para que este proceso haya estado ocurriendo durante millones de años. Aunque le concedamos unas suposiciones generosas a los evolucionistas, el mar no puede tener más de 62 millones de años; lo cual es mucho menos que los millardos de años que le dan los evolucionistas. De nuevo, esto sería la edad máxima, no la real.22
  • salt fills the sea too fast
  • El carbono-14, o radiocarbono (14C), es utilizado en un método de datación muy conocido. Muchos son los que tienen la impresión de que este método prueba una antigüedad de millones de años; pero esto es imposible porque el 14C de descompone muy rápido. El periodo de semidesintegración (t 1/2) es de tan sólo 5.730 años, en el cual el 14C se descompone a tan solo la mitad de la cantidad inicial. Después de dos semidesintegraciones, quedará un cuarto de 14C ; con tres semidesintegraciones, un octavo; con 10 semidesintegraciones menos de una milésima parte.23 De hecho, un trozo de 14C tan grande como la Tierra se desintegraría en tan sólo un millón de años.24 Por lo tanto, si las muestras tuvieran realmente más de un millón de años ya no quedaría nada de radiocarbono.

    El equipo de investigación de RATE 25 investigó el radiocarbono de unas muestras de carbón y diamante. En este proceso, un laboratorio secular midió la cantidad de 14C.26 Si el carbón y el diamante realmente fueran tan antiguos como se alega, ya no debería quedar rastro de 14C. Pero hallaron que el 14C superaba más de diez veces el límite de detección. De modo que obtuvieron una edad mucho menor que la de un millón de años (incluso menos de 100 mil años). Los evolucionistas estiman que los diamantes tienen más de mil millones de años. Pero la datación por radiocarbono no prueba una edad de millones de años; al contrario, ¡es una prueba muy contundente contra tal edad!

Los creacionistas admiten que no pueden probar la edad de la tierra utilizando un método de datación particular. Se dan cuenta de que la ciencia es tentativa, ya que no poseemos todos los datos; especialmente cuando tratamos con el pasado. Esto afecta tanto a los argumentos creacionistas como a los argumentos evolucionistas—éstos también han tenido que abandonar muchas de sus “pruebas” a favor de la evolución—. Por ejemplo, el evolucionista ateo, W.B. Provine admite que

“mucho de lo que aprendí del campo [de la evolución] en el curso de postgrado (1964–68), o está mal, o ha cambiado considerablemente.”27

Los creacionistas comprenden los límites de estos métodos de datación mejor que los evolucionistas, quienes alegan que pueden utilizar los procesos actuales para probar que la tierra tiene millones de años. En realidad, todos los métodos de datación, incluso aquellos que apuntan hacia una tierra joven, dependen de suposiciones improbables. A la larga, los creacionistas acaban utilizando la cronología de la Biblia para datar la tierra. Esto es porque creen que la Biblia es un relato exacto de un testigo ocular de la historia del mundo. Y este relato es consistente con mucha de la información científica.

Referencias y Notas

  1. S.A. Austin, ‘Mount St Helens and catastrophism’, Proceedings of the First nternational Conference on Creationism 1:3–9, ed. R.E. Walsh, R.S. Crowell, Creation Science Fellowship, Pittsburgh, PA, USA, 1986; Ver también J. Morris & Austin, ‘Footprints in the Ash’, (Green Forest, AR; Master Books, 2003). Regresar al texto
  2. Don Batten, ‘Sandy stripes: do many layers mean many years?Creation 9(1):39–40, December 1996, <creation.com/sandy>. Regresar al texto
  3. P. Julien, Y. Lan, y G. Berthault, ‘Experiments on stratification of heterogeneous and mixtures’, Journal of Creation 8(1):37–50, 1994. Regresar al texto
  4. G. Berthault, ‘Experiments on lamination of sediments’, Journal of Creation 3:25–29, 1988, <creation.com/sedexp>. Regresar al texto
  5. H.A. Makse, S. Havlin, P.R. King, and H.E. Stanley, ‘Spontaneous stratification in granular mixtures’, Nature 386(6623):379–382, March 27, 1997. Ver también A. Snelling, ‘ Nature finally catches up’, Journal of Creation 11(2):125–126, 1997; and <creation.com/layers>. Regresar al texto
  6. Carl Wieland, Stones and Bones, (Creation Book Publishers, 2006) pp. 2–13. Regresar al texto
  7. R.A. Kerr, ‘Pathfinder tells a geologic tale with one starring role’, Science 279(5348):175, 9 January 1998. Regresar al texto
  8. O. Morton, ‘Flatlands’, New Scientist 159(2143):36–39, 18 July 1998. Regresar al texto
  9. Bosch, F. et al., ‘Observation of bound-state β– decay of fully ionized 187Re’, Physical Review Letters 77(26)5190–5193, 1996; Woodmorappe, J., Billion-fold acceleration of radioactivity demonstrated in laboratory, Journal of Creation 15(2):4–6, 2001. Regresar al texto
  10. Ves sus capítulos en L. Vardiman, A.A. Snelling and E.F. Chaffin, Radioisotopes and the Age of the Earth, (El Cajon, California: Institute for Creation Research and St. Joseph, Missouri: Creation Research Society, 2000). Regresar al texto
  11. A. Snelling, ‘Geochemical processes in mantle and crust’, ch. 5 in Vardiman et al., Ref. 10. Regresar al texto
  12. J. Woodmorappe, The Mythology of Modern Dating Methods, (El Cajon, California: Institute for Creation Research, 1999). Regresar al texto
  13. S.A. Austin, ‘Excess argon within mineral concentrates from the new dacite lava dome at Mount St. Helens volcano’, Journal of Creation 10(3):335–343, 1996; K. Swenson, ‘Radio-dating in rubble’, Creation 23(3)23–25, 2001, a simpler account which refutes many of Dr Austin’s critics. Regresar al texto
  14. A.A. Snelling, ‘The cause of anomalous potassium-argon “ages” for recent andesite flows at Mt. Ngauruhoe, New Zealand, and the implications for potassium-argon “dating”,’ Proceedings of the Fourth International Conference on Creationism, ed. E. Walsh, Creation Science Fellowship, Pittsburgh, 1998, pp. 503–525. Este trabajo contiene muchos otros ejemplos de fechás incorrectas relacionadas con el Argón’. Regresar al texto
  15. A.A. Snelling, ‘Conflicting “Ages” of Tertiary basalt and contained fossilised wood, Crinum, Central Queensland, Australia’, Journal of Creation 14(2):99–122, 2000. Regresar al texto
  16. A.A. Snelling, ‘Stumping old-age dogma’, Creation 20(4):48–50, September–November 1998. Regresar al texto
  17. M. Schweitzer and T. Staedter, ‘The real Jurassic park,’ Earth, June 1997, pp. 5–57, <creation.com/schweit> Regresar al texto
  18. D.R. Humphreys, ‘Reversals of the earth’s magnetic field during the Genesis Flood’, Proceedings of the First International Conference on Creationism, vol. 2 (Pittsburgh, PA: Creation Science Fellowship, 1986), pp. 113–126; J.D. Sarfati, ‘El campo magnético terrestre: evidencia de que la tierra es Joven’, Creation 20(2):15–19, March–May 1998, <creation.com/magfield> Regresar al texto
  19. D.R. Humphreys, ‘Nuclear decay: evidence for a young world’, Impact 352, October 2002; <icr.org/article/302>; primary research paper <digitalcommons​.cedarville​.edu​/icc​_proceedings​/vol5​/iss1​/18> Regresar al texto
  20. K. Davies, ‘Distribution of supernova remnants in the galaxy’, Proceedings of the Third International Conference on Creationism, ed. R.E. Walsh, 1994, pp. 175–184; J.D. Sarfati, ‘Exploding stars point to a young universe’, Creation 19(3):46–49, June–August 1998, <creation.com/snr> Regresar al texto
  21. D. DeYoung, ‘The earth-moon system’, Proceedings of the Second International Conference on Creationism, vol. 2, ed. R.E. Walsh and C.L Brooks, 1990, pp. 79–84; J.D. Sarfati, ‘The moon: the light that rules the night’, Creation 20(4):36–39, September–November 1998, <creation.com/moon> Regresar al texto
  22. S.A. Austin and D.R. Humphreys, ‘The sea’s missing salt: a dilemma for evolutionists’, Proceedings of the Second International Conference on Creationism, Vol. 2, 1990, pp. 17–33; J.D. Sarfati, ‘Salty seas: evidence for a young earth’, Creation 21(1):16–17, December 1998–February 1999. Regresar al texto
  23. El tiempo t trascurrido desde que se inicia el decaimiento radioactive viene dado por N/N0 =e-λt, donde N es el número de átomos medidos en el presente; N0 es el número inicial; λ es la constante de caída que está relacionada con la media vida t½ mediante λ = In2/t½. Regresar al texto
  24. La masa de la Tierra es 6x1027 g equivalente a 4,3x106 moles de 14C. Cada mol contiene una cantidad de átomos dada por el número de Avogrado (NA = 6,02x1023). Sólo son necesarias 167 mitades para llegar a un único átomo (log2 (4,3x1026 mol × 6,022×1023 mol-1) = log10 (2,58x1050  / log10 2), y 167 mitades está muy por debajo de un millón de años. Regresar al texto
  25. L. Vardiman, A. Snelling and E. Chaffin, Radioisotopes and the Age of the Earth, Vol. II, ch. 8, (El Cajon, CA: Institute for Creation Research, 2005). Regresar al texto
  26. J. Baumgardner, 14C evidence for a recent global flood and a young earth; in Ref. 31, ch. 8; J.D. Sarfati, Diamonds—a creationist’s best friend: Radiocarbon in diamonds: enemy of billions of years, Creation 28(4):26–27, September 2006 <creation.com/diamonds> Regresar al texto
  27. Teaching about Evolution and the Nature of Science, A Review by Dr Will B. Provine, fp.bio.utk.edu/darwin/NAS_guidebook/provine_1.html (cited 18 February 1999); disponible en web.archive.org. Return to text.